Diferentes hallazgos arqueológicos atribuyen los primeros asentamientos en la zona a los vetones,
pueblo celta de origen indoeuropeo dedicado fundamentalmente a la
ganadería vacuna y porcina; así lo atestiguan las
esculturas zoomórficas (verracos) encontradas en algunos enclaves de la provincia de
Salamanca. Dentro del término municipal de
El Cerro, concretamente en el
valle de Hornacinos, todavía pueden contemplarse un megalito de forma circular que, supuestamente, perteneció a un poblado vetón, así como tres túmulos (construcciones abovedadas de
piedra), erigidos durante la Edad de Hierro (siglos VIII a.C.-I a.C.) y muy similares a otras construcciones celtas: los castros gallegos.
La derrota de lusos y vetones en las Guerras Lusitanas (154-133 A.C.) marcarían el inicio de la dominación
Romana. Es posible que los conquistadores se estableciesen en el actual término de El Cerro, a juzgar por los restos de tejas y vasijas
romanas localizados, así como un
altar dedicado a Júpiter. También pertenece a este período la Calzada de la Plata,
vía de comunicación que unía Mérida con Astorga y que discurría por El Cerro, siguiendo e un trazado similar al de la actual CN-630.
Tras la caída del Imperio de Occidente (476 D.C.) y la posterior dominación visigótica, Almanzor (940-1002) sitió en el 977 el
castillo de Al-Hamma (los actuales Baños, ubicados al sur de Béjar). Crónicas de la época señalan que ese mismo año el caudillo árabe también asoló el valle de Hornacinos. Tras la muerte de Almanzor, Alfonso V el Noble (999-1022) iniciaría la reconstrucción de la zona.
Esta circunstancia habría sido determinante para la
historia de El Cerro: como apunta José María Muñoz (1994), es posible que los supervivientes de la barbarie se instalaran en el primer emplazamiento que tuvo El Cerro: el Alto de
San Fausto, loma que también daba nombre al pueblo. Según decía Raimundo de Borgoña, sus habitantes eran de origen bretón, como parecen demostrar unos documentos de época conservados en el
Ayuntamiento y que Dan fe de la existencia de vecinos y vecinas con apellidos franceses. Además, algunos topónimos de lugares cercanos a El Cerro, como la Peña de
Francia, el antiguo Soto de Francia (el actual Sotoserrano) o la propia colina de San Fausto (que debe su nombre a un
Santo Galo), refuerzan esta hipótesis.
No se sabe con exactitud en qué año el pueblo dejó de denominarse Alto de San Fausto para abrazar la denominación actual. Sin embargo, tal y como recogen los Archivos de
Lagunilla, el nombre de El Cerro no aparece documentado hasta 1458, momento en que Juan de Silva y Cifuentes crea el Marquesado de
Montemayor del Río, una jurisdicción en la que el pueblo quedaba inscrito. Por las mismas fechas, el Marquesado habría instalado en la loma de San Fausto la
Casa de la Administración Ferial, que sería destruida en 1807 por las tropas napoleónicas. Más adelante, la loma también acogería una hospedería (1758) y una
ermita dedicada a San Francisco, desde donde arrancaba un importante recinto ferial. Los restos del templo, que fue deteriorándose progresivamente, permanecieron en pie hasta 1897, mientras que la hospedería sería destruida por un incendio.
A principios del siglo XVII, se tiene Constancia las primeras construcciones alejadas de la colina de San Fausto, como la nueva
iglesia. Así lo indica la fecha de construcción que figura en el dintel de viviendas todavía existentes, algunas de ellas de la Segunda mitad del siglo XVIII.
Durante la Guerra de la Independencia (1808), las guarniciones
militares 1ª y 2ª del Regimiento de Infantería de
Zamora eligieron El Cerro y Lagunilla para establecer sus campamentos militares. Dicha conflagración marcó el inicio de un siglo en el que la loma de San Fausto quedaría definitivamente despoblada. Por esas mismas fechas, según algunos documentos de la época (como el Diccionario Geográfico Estadístico de
España y
Portugal [1826-1828], de S. Miñano), parte de la economía de El Cerro se cimentaba en la producción textil artesanal y en la
agricultura, especialmente del Lino y la linaza.
En 1922, el pueblo recibió la visita del rey Alfonso XIII, quien se encontraba de
camino a las Hurdes. Dieciséis años después, en plena Guerra Civil, aviones del bando nacional descargaron dos bombas en la inmediaciones del pueblo, que no causaron daños personales.
Tal y como ocurrió en gran parte de la España rural, las décadas de 1950 a 1970 trajeron a El Cerro dos importantes fenómenos demográficos: por un lado, un espectacular aumento de la natalidad (baby boom) y, por otro, un acusado éxodo migratorio hacia las principales ciudades españolas y países de Europa occidental, como Francia,
Suiza o
Alemania.
En la actualidad, El Cerro se enfrenta al progresivo envejecimiento de sus habitantes, así como a una persistente pérdida de población. Tendencias que, sin duda, arrojan un interrogante sobre la continuidad del municipio a largo plazo.
Celia
Roca
El Cerro población perteneciente al ALFOZ DE MONTEMAYOR como aldea de la misma desde la reconquista, y dentro del Quarto del Río, estuvo integrado en tierras de territorio de Patrimonio Real, de Señorío de personas descendientes de Reyes y también de militares o cortesanos como don Juan de Silva Tenorio Meneses, a quien pasó en 1.431 la villa y tierra de Montemayor ,siendo a su descendiente don Juan de Silva Ribera al que el Rey Carlos I de España y V de Alemania le otorgaba el titulo de MARQUES DE MONTEMAYOR, EL 22 DE ABRIL DE 1.538.
El nombre de El Cerro , lo encontramos ya en el LIBRO DE LA MONTERIA que mandó escribir el Rey Don Alonso De
Castilla y León (1.252-1.284 )
Las señas de identidad de El Cerro podemos fijarla cuando el proceso de la transhumancia de los
ganados hace que por El Cerro pase el "el cordel de merinas" que cruzando el río Cuerpo de Hombre por el
puente de piedra de Montemayor,remontaba el
monte, hacia la Peña el Puchero,continuaba por tierras de el Cubillo, las Mivadillas y las Cuartas para abandonar el término de El Cerro y proseguir hacia la
Abadía ,cordel que tendrá su reconocimiento cuando en el año 1.273 el ya citado REY ALFONSO X el sabio, funde el HONRADOCONCEJO DE LA MESTA.
Por ello el paso del
ganado lanar por el Cordel llevaba consigo el acompañamiento de un determinado número de personas que en el lugar se abastecian de harina, sal, cecinas, vestuarios, etc, y se adquiría ganado chamorro para así tener ,lo cual dio origen a que se celebrase en el lugar una
feria cuyas fechas de duración estaban comprendidas entre el 30 de septiembre y el 2 de octubre de cada año en los terrenos que rodeaban la desaparecida ermita de San Fausto con sus
soportales.
Ya en tiempos posteriores a 1.538 y por razón de la alcabala que anteriormente habían recaudado los señores del Estado de Montemayor era
costumbre de llevar el Marqués el 5% de todo el ganado que se vendía en la feria y por los géneros el 3% que le reportaban más de 5.000 reales cada año y el Concejo del pueblo el derecho de los cientos a saber: de cada ciento un real a todos los ganados que se vendían y por los demás géneros a medio real por ciento.
Los Portales que fueron 19 en un principio en torno a la ermita, desaparecieron al derruirse la citada ermita y en 1.765 existían tan sólo 10 que fueron construidos en el frontis de la casa que en el lugar tenía el Marqués de Montemayor.
Los Portales eran reparados por cuenta del Concejo que el día de San Ramón daba un refresco de
fruta a los asistentes a la feria y a los naturales del pueblo.
Con el declive de la Mesta comenzó también el de la feria que aún en 1.796 se celebraba y de la cual tenemos documentos que nos lo confirman.
Hemos de consignar también que la feria que se celebraba en el entorno del
convento de la Bien Parada en mediados de Septiembre, fue una más de las causas de la disminución de su importancia e ir juntos con otros factores: Guerra de la Independencia, desaparición del Marquesado de Montemayor, etc, etc, anulando su existencia.