Cuánta gente hemos recorrido este
camino de día y también de
noche (sobre todo cuando volvíamos de la
fiesta de Narrillos). ¡Qué tropezones las
noches sin luna, que miedo al pasar por el
cementerio de Narrillos, los ruidos en la noche silenciosa, nuestras risas...! Que bien nos lo pasábamos y que
felices éramos! Otros tiempos, otras vidas, pero la
felicidad era la misma de ahora o más intensa. Un saludo a todos los que de corazón se sientan unidos a este
pueblo.
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