En silencio; a la hora de la
siesta cuando el sol aprieta y la gente duerme la siesta, da gusto pasear por las
calles solitarias, protegidos por la
sombra que proyectan los
edificios sobre calles tan estrechas. Es tiempo de sosiego, de calma y de ir admirando los detalles arquitectónicos que presentan las
fachadas,
ventanas y
balcones. Los
tejados tan próximos, que casi no dejan pasar la luz, son una bendición los días en que el sol aprieta y lo único que buscas es la sombra, pero tampoco quieres
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