Cualquier fecha es buena para perderse por La Alberca, aunque como la primavera ninguna. El pueblo hay que recorrerlo despacio, apreciando su arquitectura serrana de piedra y entramado de madera; balconadas y galerías; cruceros y fuentes abundantes; iglesia y ermitas; su paisaje, su valle de las Batuecas con el convento carmelitano; sus bosques de robles y pinos, merece la pena desplazarse desde cualquier lugar. Hay lugares para alojarse y comer; hoteles, hostales y camping bien dotados y atendidos; en los restaurantes se come en calidad y abundancia a un precio moderado.