Pequeño homenaje desde Rinconada a los poetas y escritores que vivieron y contaron historias de esta bendita tierra. Empezaré por aquellos que conocí, con los que tuve una gran amistad y que ya han desparecido.
El primero es Manuel Díaz Luis, su vida se truncó demasiado pronto y con él se nos marchó todo un proyecto literario que había empezado a cuajar y a dar sus frutos; su novela "Las aguas esmaltadas" ha sido traducida al inglés, al francés y al alemán y está teniendo un éxito que él nunca hubiera imaginado. En sus libros de poesía "Labor del hombre" y "Tierramadre" manifiesta su gran amor por el género humano y por las gentes y paisajes de esta tierra. Recuerdo una de las últimas charlas que tuvimos los dos, tomándonos la última copa en el bar de Quintín, en Escurial, hace unos diecisiete años, durante las vacaciones de verano; él estaba trabajando todo ilusionado en su novela y yo también le comentaba mis proyectos de investigación histórica de nuestra comarca; eran las tres y media de la madrugada y en cierto momento de nuestra charla me dijo muy serio: "De verdad, Manuel, creo que estoy haciendo algo serio y que merece la pena". Efectivamente así ha sido y su predicción se ha cumplido. El próximo verano me tomaré otra copa en el mismo sitio y a la misma hora, y brindaré por él y por su novela porque él se ha ido pero no ha muerto.
El primero es Manuel Díaz Luis, su vida se truncó demasiado pronto y con él se nos marchó todo un proyecto literario que había empezado a cuajar y a dar sus frutos; su novela "Las aguas esmaltadas" ha sido traducida al inglés, al francés y al alemán y está teniendo un éxito que él nunca hubiera imaginado. En sus libros de poesía "Labor del hombre" y "Tierramadre" manifiesta su gran amor por el género humano y por las gentes y paisajes de esta tierra. Recuerdo una de las últimas charlas que tuvimos los dos, tomándonos la última copa en el bar de Quintín, en Escurial, hace unos diecisiete años, durante las vacaciones de verano; él estaba trabajando todo ilusionado en su novela y yo también le comentaba mis proyectos de investigación histórica de nuestra comarca; eran las tres y media de la madrugada y en cierto momento de nuestra charla me dijo muy serio: "De verdad, Manuel, creo que estoy haciendo algo serio y que merece la pena". Efectivamente así ha sido y su predicción se ha cumplido. El próximo verano me tomaré otra copa en el mismo sitio y a la misma hora, y brindaré por él y por su novela porque él se ha ido pero no ha muerto.