LA RINCONADA DE LA SIERRA: “Había una vez en Rinconada una Charca Encantada que...

“Había una vez en Rinconada una Charca Encantada que se convirtió en parque infantil ...”

¡Oídme, niños! : Todos debéis saber que en el Parque infantil del Mesón, en Rinconada, se esconde la historia de una Charca Encantada.

No hace muchos años en el pueblecito de la Rinconada de la Sierra, perteneciente a la comarca de la Sierra de Francia; allí donde comienzan las montañas, al Sur de la Provincia de Salamanca, ocurrió un suceso tan extraordinario y maravilloso que todavía hoy los niños a quienes se lo oí contar no están muy seguros de si aquello que vivieron fue sueño o fue realidad; en todo caso os ruego que me escuchéis con atención pues estoy seguro que os agradará.

Era una noche de agosto espléndida y de luna llena; varios niños después de haber pasado una tarde de juegos, diversión y aventuras en la montaña, al aire libre, regresaban a sus casas caminando desde la Venta, cobijados por la sombra de los robles y fresnos. Divisaban el pueblecito de La Rinconada en la lejanía y estaban alborozados, sonrientes y contentos por las aventuras vividas y las que aún les esperarían a lo largo de aquellas maravillosas vacaciones estivales. Como cada año acudían allí a pasar las vacaciones con sus abuelos y a dar un poco de vida e ilusión a las calles que permanecían solitarias el resto del año.
Los niños se llamaban Fernando, José Manuel, Iván, José Antonio, Román y Manuel; tenían todos en torno a siete años y eran como todos los niños de su edad muy intrépidos y traviesos. Regresaban alegres y contentos después de haber pasado la tarde en el campo persiguiendo a las lagartijas, escuchando el arrullo de las palomas torcaces, asustando a las cigarras que dejaban de chirriar y observando a las ranas que huían de las ágiles culebras en las charcas mientras las libélulas revoloteaban ávidas de alimentos sobre el limo de las ciénagas. Era el atardecer; el sol desaparecía suavemente en el horizonte de la montaña y los sonidos claros y nítidos del día iban dejando paso a los ruidos ásperos y broncos de la noche.
Los niños observaban maravillados, mientras caminaban, la mezcla de colores rojos, ocres, azules y blanquecinos que junto con el verde de la Sierra daban una tonalidad irisada a aquel mágico atardecer. Caminaban sonrientes y felices, mientras escuchaban el canto de los grillos que anunciaban la caída de la noche, observaban de vez en cuando la luz de las tímidas luciérnagas , escondidas entre la hierba.
Mientras todo esto ocurría a su alrededor, uno de ellos, -creo que fue Román-, miró hacía arriba y exclamó:
-¡Eh chicos, mirad al cielo ¡ Los demás apenas si tuvieron tiempo de ver un pequeño resplandor y Román continuó diciendo:
-Creo que es una estrella fugaz y que ha caído justo al otro lado del pueblo. Estoy casi seguro que ha caído en las eras de las lagunas, en la charca del Mesón.-
Fernando prosiguió.:- Es cierto; las ranas han dejado de croar y se ha hecho el silencio; sólo algunos perros ladraban con un aullido muy especial; parece como si fuera una noche de lobos.
A todo lo cual añadió Manuel: -Es cierto. Algo raro está ocurriendo-.
Los tres echaron a correr y llegaron ya oscurecido a la charca. Era allí donde pasaban muchos ratos del día tirando piedras, jugando, observando y pescando las ranas, renacuajos, tencas y salamandras que por ella merodeaban. Pero, ¡Oh maravilla!, cuando se aproximan al lugar ven que todo el agua de la charca resplandece y se ha vuelto transparente y clara, como si fuera el agua de un manantial iluminada por un fanal.
Descubren que en el centro de la charca hay una piedra semejante a un gran diamante que irradia una luz que alumbra e ilumina todas las especies de plantas y animales que tienen en la charca su morada.
Los ojos de las culebras, de las salamandras, de las ranas y de todos los animales que allí habitan habían tomado el mismo color verde azulado que irradiaba el meteorito caído del cielo; todos ellos parecían felices y como si se hablaran entre ellos; en la charca reinaba la armonía, y la felicidad; las estrellas del cielo iluminaban la noche como si fueran faroles de diferentes colores; la luna plateada se reflejaba en el agua. Los niños se quedaron atónitos y estupefactos y apenas podían pronunciar palabra cuando escucharon revolotear sobre la charca a todo el conjunto de las aves nocturnas y diurnas: los búhos, las lechuzas y otros numerosos animales que se sintieron atraídos como los niños por el resplandor del agua..
De pronto, José Manuel exclamó: ¡Mirad chicos, la charca está encantada; todos los animales son nuestros amigos; mirad las culebras que parecen saludar a las ranas y mirad a las garzas que parecen pedir permiso a las tencas para remover el limo del fondo de la charca.
-José Antonio no pudo por menos de gritar: ¡Qué bonito! Esto parece el paraíso¡
Y Manuel prosiguió diciendo: Está será nuestra charca encantada; aquí vendremos cada año cuando seamos mayores y a nuestros hijos les contaremos la historia de una charca que se convirtió en una serena noche de agosto en una charca encantada.

Paseantes que descansáis y tomáis el fresco en este bonito y coqueto Parque del pueblecito de Rinconada. No olvidéis nunca que debajo de la fuente de la que brota el agua cristalina y clara se halla el meteorito que convirtió la antigua charca en una fuente encantada.

Cuento para mi hijo Fernando y su pandilla de amigos.