Se extraña ver montar una bestia con su aparejo y transitar por las calles del pueblo, es una imagen muy añorada; una vetusta llamada a los luengos recuerdos. Se echa en falta aromas, bramidos, cascotear de cuadrúpedos tempraneros; desgañitadores gallos; el sudor en las cuadras y las doradas parvas, jergones en desvanes bajo los secos pimientos. Humo que tinta los llares, vapores de pucheros; dormida la mirada cansada que disimula los sueños. Refugio de labradores, cabreros y vaqueros fueron, ya ... (ver texto completo)