UN DÍA ENTRE GENTE MARAVILLOSA (PRIMERA ENTREGA)
Ya caía la
noche cuando partimos hacia el
pueblo buscando nuevas aventuras. Apenas paramos para repostar, fuimos, cómo se acostumbra decir, de un tirón. Con un bocadillo de tortilla de patatas (el mío se acompañaba de tres albóndigas que sobraron de la
comida anterior) estábamos dispuestos a no perder tiempo en
restaurantes. Hasta que no encaramos la autovía hacia
Valladolid no levanté el pie del acelerador. Sobre el adoquinado de una escueta acera
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