En la posguerra de nuestra incivil guerra del 1936, la penuria de alimentos y productos de necesidad era tal en todo el país, que la miseria y el hambre se apoderaba de los hogares. Especialmente en las ciudades. En el campo siempre había algo que llevarse a la boca. La escasez era la tónica general, los precios por las nubes, la oferta mínima y la demanda, a pesar del hambre, por los suelos por falta de plata en los bolsillos de la inmensa mayoría de los españoles. Era tiempo de contrabando y estraperlo, ... (ver texto completo)