CABALGATA DE SUEÑOS
Un día nací. Fue en
invierno. Rodeado de caras, de alegres carantoñas; bajo la techumbre vetusta de una
casa con vigas de roble ahumadas de vahos y aromas de puchero. Ahí abrí los ojos extraviados de siluetas amorfas y no pude reconocerlos ¡Quizás más adelante! Debí pensar arropado en la lana del poncho, cogido en brazos protectores que me acercaban al fuego. Sentí, en mi clara oscuridad, el clamor de muchas voces que me destapaban la cara y sellaban un beso. Adorado por todos:
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