Algunas veces, hastiado del mundo, perseguido por la insensibilidad humana; busco un espacio desierto, apartado de ruidos e inmundicias; un lugar apacible donde el viento masajea el rostro y seca el odio reprimido. Dejo que mis pasos se pierdan en libertad hacia la llamada de ese azar cálido donde encuentro asilo y, casi sin saberlo, hallo olvido. Es energía nueva ¡Lo siento, lo huelo; lo percibo! El susurro de las hojas caídas que piso advierten frondoso descanso y, sin ninguna...