Febrero, no sé por qué; siempre me pareció el mes más friolero del año; un epicentro del tránsito invernal insulso, carente de importancia. No obstante, la proliferación universal de celebrar carnavales, le ha dado un impulso y, a día de hoy, destaca sobre otros intervalos del año en los que, salir a la calle, es más gratificante por la bonanza de las temperaturas. Sorprende contemplar a nuestra juventud disfrazada con livianas ropas a entradas...