Lejano queda el sosiego de gozar aquellos años sin celulares ni ordenadores, pura naturaleza de contactos en la calle; donde salir de casa merecía la pena. A día de hoy, en las grandes ciudades, se puede presenciar soledades de masas congregadas y perdidas, alejadas por una adicción tecnológica; corros de amigos con las manos ocupadas y la vista robada por una carga de datos iluminada, sonora que, desde otro punto lejano, nos aparta de ellas. Secuestro de gentes y momentos...