Mala idea fue traer estás venerables piedra a este lugar. No por el lugar en si, que es bello y relajado; más bien por proceder del lugar original y por las abundantes y frescas aguas que suministraba a la población. Mover las piedras de su lugar no fue lo más acertado, pero haber destruido el manantial o venero de donde nacía el agua fue una acción contra el sentido común y un atentado a la historia, al patrimonio y la ecología.