Sobre las salas, solía estar la cocina –quizá la pieza más importante- con el hogar siempre encendido bajo la gran chimenea que en forma de campana ocupaba una buena parte de la estancia. Era amplia, muy espaciosa, permitía que toda la familia (que era numerosísima) pudiera reunirse, durante las comidas, en torno a la mesa junto al calor de la lumbre sobre la gran lancha granítica. El color de sus paredes era oscuro, era un color rojo apagado, sin brillo y algo pastoso.
El fuego siempre...