Va transcurriendo la mañana moviendo las sombras ese sol de sus memorias. La plaza donde él se refugia no es la de su pueblo, ni las gentes con las que habla comparten su mismo acento. Ya pasa el medio día en su reloj del chaleco. Lo mira un momento. Tantas veces fue ese su mejor instrumento. Lo empuña fuerte entre sus dedos, guardando las vibraciones de tantas corrientes de agua que éste delató en el suelo; fincas que fueron secas hasta ese momento. Se le riegan... La estampa de lo que ensalza el sabor a pueblo. Hombre, caballo; carga y su aparejo. Que tío mas recio mi vecino Luis, un saludo para el y su mujer Juana. gracias mily castilleja me ha gustado mucho.
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