Era algo complicado pero no imposible. Hacer amistad con jóvenes que tenían que compartir esos días de vacaciones conmigo, con alguien que pasarían unos días y después, sin remedio, se alejaría para un montón de tiempo. Quedarían las direcciones, las primeras cartas y las otras que harían un hueco al olvido pasivo, a la desgana por otros nuevos y presentes acontecimientos en su cotidiana ciudad. Pero… a pesar de ello, permanecerían los recuerdos de unas tardes compartidas entre...