Somos tal sendero que se bifurca y se va alejando del pueblo, ramales diseminados que se resisten a las impericias del azar; que se contactan con la fibra, ya casi extinguida, de un vasto recuento. Quizás la última generación que recuerde el camino, el nombre de este pueblo; y si acaso algunos labios lo pronuncian, lejos… muy lejos. Sonará de aquellos hijos con gracia preguntándose ¿Cómo pudieron amar mis padres o mis abuelos tanto a ese distante pueblo? La pregunta... Los paseos por los alrededores del pueblo han sido muy agradables, pasear por las callejuelas de Santana, Chapatales el Monte, en definitiva por todo el contorno del pueblo. Aunque otros otoños han sido más propicios para las setas, tampoco nos ha faltado probarlas.
Saludos.