Atraviesa el corredor oscuro de un pasillo estrecho, sin luz; las puertas de sendos lados están selladas desde unos cuantos años atrás. Desde que se le emanciparon los hijos y las hijas. Apenas, ya al fondo del todo, le llega el latir de un cuerpo que respira y se desplaza sin llamar mucho la atención. Alguna zapatilla que rasa el suelo en sus cortos voy y vengo de la mesa al fogón. Sólo dos platos para una gran mesa ya. Y, en esa pesadumbre de visión, añora... Buenos momentos.
Hoy toca ir ha coger castañas con un grupo de amigos. Una mañana perfecta, un bocadillo típico y apetitoso donde los pinchazos de los erizos se aliviaron.