Era el mes de agosto, ya desde los primeros días nos poníamos en carretera; una carretera nacional de doble sentido, apretada de tráfico. Vehículos que iban y venían de norte a Oeste y viceversa cargados hasta el techo de maletas y otros bártulos. Una odisea de calor, de horas y horas; de aburrimiento e incomodidades. Ciudades colapsadas de caravana que costaba una eternidad superar; Burgos sobre todo. Quizás porque el enlace con las vías que bajaban al sur, hacia Madrid y otros...