Valle profundo y angosto, como muchos de esta sierra. Tajos en la tierra de donde brota agua cristalina, encajonada y silenciosa baja por estrecha quebrada alisando su cauce, moldeando cantos y con fuerza se precipita por profundos barrancos, ruidosa y prolongando su sonido hasta juntarse en el remanso del llano, que junto a otros regatos harán arroyo en el viaje.
Al llegar el verano, a su vera, las noches sin luna los pastores duermen al sereno; como cama, estera... ¡Expléndido Manchega! Una descripción y una información al nivel de un gran redactor; da gusto leer la cantidad de cosas que sabes y conoces de nuestro pueblo. Y, ahora que ya voy conociendo y experimentando con mis excursiones algunos de esos rincones que describes, me siento mucho más orientado. ¡Qué fantástica es nuestra tierra!
¿Gracias y, no dejes de picarteeee! Casi es tan desconocido para mi como lo puede ser para ti. Hace más de cuarenta años, allá donde acaba las barreras de pizarras y empieza la frondosidad de los pinos, existía un pequeño y trabajado valle, ¿quizás no tan grande como el de mi recuerdo y algo más a lo que se aprecia en la foto del “PRIMER CICLISTA”?, con sus dos casetas y un río que todavía hoy no se seca en verano, un lugar donde se escuchaba el silencio. Una finca hoy absorbida por el bosque que lo cubre todo, (todo perdido) como... ¡Aupa Manchega! ¿Serias capaz de decirnos si reconoces este barranco que te presenta "El PRIMER CICLISTA DE LAGUNILLA"? yo me muero de las ganas de saber qué barranco es y dónde se halla.
¡Gracias amigo! Manchega, ahí te va este recuerdo que seguro reconocerás.