Quedé invitado a usar nuestro ayuntamiento en plena libertad por nuestro alcalde (cosa que agradecí), me acerqué y tomé esta foto del tablón de anuncios y me marché.
Subiendo por la calle del Emigrante, a pocos metros, di con mi padrino Pedro “el serrana” y nos detuvimos a tomar un culito de vino y algunas onzas de lomo embuchado que, quien me saco de pila, corto gruesas de intención. Tanto ese pan único de nuestro horno (que tanto adoro yo), los puso raudo...