Tan natural en la vida es morirse y nunca nos damos por aludidos; sucede cada día tan cerca de nosotros que ya lo hemos asumido. Personas que nos han dado su afecto, con las que tantas cosas compartimos y, teniendo la muerte tan cerca, sin temor a ella vivimos.
Hoy leemos unas letras, unos apellidos, son tan familiares que nuestro corazón queda entristecido. Y retorna a nuestras mentes un rostro, una imagen de aquel hermoso momento que con nosotros quedó prendido. Nunca muere...
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