Así que año tras año contemplamos un pueblo cambiado. Gente nueva ante vacíos de aquellos rostros que esperábamos hallar. Unos desaparecen y otros se incorporan a la renacida imagen de un pueblo añorado por unos y descubierto por otros.
En el centro del pueblo las casas se retocan, también se muestran algo diferente y, en lo que siempre fueron prado u era de trillo, surgen edificios que transforman el recuerdo. Cuando vuelva intentaré conocerlos mejor. UN DÍA ENTRE GENTE MARAVILLOSA (segunda entrega)
La noche y el calor alimentan el sueño, mi cabeza cansada me pedía a gritos una pausa; la carretera seguía, se acercaba a Salamanca. Una estación de servicio (a pie de carretera) me obligó a dar un giro brusco al volante. Ya falta poco. Tan sólo sesenta kilómetros para llegar a la ciudad de Salamanca (pensé). Reposté de nuevo con ánimo de no parar más y con la confianza de tener combustible para andar por el pueblo. Un café caliente (en vaso grande)...