Cuando salimos de casa de mi padrino y mi madrina, con un sol aplastante, nos dejamos llevar por los pies hasta la Plaza Mayor; frente al bar de Salu se estaban librando unas partidas de cartas, varias mesas ocupaban la sombra donde se deleitaban unos cuantos paisanos. Mi amigo Miguel Rivero entre ellos. Otro que era quinto de mi hermano Ángel, se arrimo a nosotros y comenzaron a recordar las travesuras que hicieron antaño; este se llama Mariano...