Lugar tan concurrido y tan inspirador de buenos karmas, sólo hay uno; el balcón que tiene mi pueblo mirando al sur, desde el alto lomado del Vallejo la Mata.
Cuando recibimos a alguien nos volcamos en darles siempre lo mejor de nosotros, en colmarles de atenciones y, a pesar de todo, siempre nos queda la sensación de no acertar; de que seguramente más que ayudar estemos entorpeciendo, incomodando. Pero en esta ocasión no hubo torpeza, todo fluía de una manera tan natural y afectiva que se podía sentir la seguridad y la confianza entre nosotros. Descubrir unas personas con un carácter tan afable y jovial...