UN DÍA ENTRE GENTE MARAVILLOSA (catorceava entrega)
¡Cuidado! Alertaba Alicia a su hija Laura. El sendero era un alud de arena muy polvorienta y se pegaba a la piel formando una segunda capa trabajosa de sacudir. El calzado no era el más apropiado para el paseo pero merecía la pena hacer esa pequeña incursión.
Seguía sorprendiéndole mi acento del norte a nuestro amigo Templario y, de cuando en cuando, se zafaba de los otros Amatos que se volcaban en mostrarle y señalarle el horizonte. ¡Ahí...