UN DÍA ENTRE GENTE MARAVILLOSA (quinceava entrega)
Entrando por el bosquecillo, atajando hacia la pista, nos sorprendió ver el bar abierto y ocupamos una mesa con los rostros ya cansados del paseo. En el Vallejo se estaba muy confortable y, aunque se hallaba poca gente ocupando las mesas, se podía sentir ese murmullo natural de fiesta, esa sensación que nos llega cuando a nuestro rededor se mascan gratos eventos. Y, a penas pudimos pedir la consumición, alguien me...