Estrecho sendero, accidentada caída de piedras y hoyadas ¡Resopla la mula! Va muy cargada. A pie la sigue una perra, botines y alpargatas; grupito de voces que a ratos calla ¡Ladridos! Una bastarda. El sacho golpea. Soslayada en el camino se halla descabezada, festín de moscas u otras alimañas. Serpentea la ruta hacia los olivos y las huertas surcadas ¡Gorgotea el agua! Aroma fresco, restaurador; a medida que aparece nuestra pétrea cabaña. Al raso tomateras, cebollas y patatas;... Y mira el ojo desde dentro expandirse la tierra bajo la monda luz del rey entre los astros, desde la atalaya de los dioses inmortales; y estira el puntero ávido entre las brisas que rompen un sensible velo de realidades febriles y senderos, tocones cubiertos de olivos; vaguadas tras los oteros que marcan la arteria de los fluidos que riegan mi pueblo. Una charca en la hondonada donde abreva el ciervo, el corzo; los jabatos con sus madres y las cepas de otras vidas orgánicas que mi tierra ha elegido...