En un cuarto de hora se lleno de gente todo espacio posible para sentarse, se aprovecharon los contornos de la fuente, pretiles y cortes ornamentales que facilitaban reposar las posaderas. Los más inquietos de pie. Mirando al balcón a intervalos en tanto tomaban conversación con familiares o conocidos que, entre el tumulto, reconocían. Otros, como un servidor, buscaba momentos; espacios dignos de fotografiar entre la masa humana que allá se iba apelmazando.