Paulatinamente llegaban, cerraban los espacios vacios que quedaban y esperaban ilusionados compartiendo ese gran momento único del año; un momento en el que es posible encontrarse con cualquiera de aquellas personas que apenas ves el resto del tiempo que nos ocupa cada día. Hoy estamos todos en un mismo sitio y a una misma hora; no falta el francés, ni el catalán… nadie. Y todos somos salmantinos de cuna o sangre. Los mismos.