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LAGUNILLA: A propósito de hornazos, hace la tira de años, mi pandilla...

A propósito de hornazos, hace la tira de años, mi pandilla y yo en nuestra adolescéncia, el día de Pascua de Resurrección, como todos los chicos y chicas del pueblo, de nuestra edad nos íbamos a comerlo en ocasiones al balcón de Extremadura pero preferéntemente al Canchal, porque allí desde una canchera, haciamos rodar el huevo del hornazo y que dependiendo de como quedara al final de la caida, tenía un significado complejo y distinto. De nuestros antepasados había establecidas unas series de pautas que contemplaban todas las posibilidades y explicaciones. Sea como fuere lo pasabamos muy bien, salíamos de casa con nuestro hatillo en el que llevabamos el consabido hornazo, algún mantecado, perrunillas, boyuelas y roscas del Puerto sin olvidar el vino casero que nuestras madres nos habían preparado convenientemente aguado y azucarado en un frasco de "Ceregumil", que era panacea universal para curar los catarros. Despues de haber comido y bebido y hasta la hora del regreso a casa jugabamos a pillar, al escondite, a veces al bolo y sobre todo a las alforjas. He de recalcar que en este último juego participabamos por parejas y era la mar de divertido, no se si se continuará jugando actualmente, consistía en una pareja que se ponian juntos en el suelo rodillas y manos apoyadas en tierra, mientras otra pareja uno cabeza arriba y el otro cabeza abajo y abrazados ambos por la cintura se ponian sobre los que estaban en el suelo en sentido trasversal y al hacerlo giraban de modo que el que estaba cabeza arriba quedaba cabeza abajo y su compañero a la inversa. En una de las tantas ocasiones el que transportaba a su pareja con la cabeza practicamente a la altura del pompis, quien sabe si por la situación o tal vez por el esfuerzo se soltó un cuesco que retumbó como un trueno. De la risa, se le aflojaron los músculos y la pobre chica a la que transportaba dió con su cuerpo en tierra, mientras que todos los demás, como suele ocurrir siempre que se dan estas situaciones tragicómicas nos partíamos de risa. Finalmente todo quedó en nada y pudimos regresar a casa cansados pero satisfechos de haber pasado una buena tarde con nuestros amigos. Un fuerte abrazo. Ferlontas.