El año pasado fuimos dando un paseo hacia la majada primera, disfrutando del bonito paisaje entre robles y del encanto que ese camino tiene, pero nuestro gozo se vio interrumpido por unos perros que se encontraban en un prado que hay a mano derecha llegando a la canchera que hay en el alto desde donde se divisa un valle precioso. Eran tales los ladridos de los perro raviosos, que más bien parecían que aullaba, y por miedo a que saltaran la pared, nos volvimos sin poder llegar a contemplar el valle.
Esos perro no sé si estarán atados, pero deberían estarlo para evitar problemas pues quien no los conocemos les tememos miedo.
Esos perro no sé si estarán atados, pero deberían estarlo para evitar problemas pues quien no los conocemos les tememos miedo.