Esta información me trae a la memoria la cantidad de casillas que tenía la gente; incluso mi padre. Recuerdo que en una guardaba estiercol, en otra las vacas y estaba la casa donde vivíamos. Y, a veces (pensaba yo), algunas de estas casillas podrían aportar mejor calidad de residencia (si se aseaba) que la que nos hospedaba. De ahí... me refiero a esa aptitud desdeñante (el no darle utilidad de hogar), tendrían que ser, seguramente, casillas de alquiler o prestadas a cambio de ciertos trueques; dado el alto nivel de ejemplos que se han dado en el pueblo bajo este método comercial.