UNA AUSENCIA DE VIENTO
Están los robles dormidos, ausentes de eólicas corrientes; en “el Vallejo “ el silencio manda… silencio. Atrás, en la memoria del visitante, quedan pasados alegres y venturas agridulces. Bailes de verano, verbenas locas. Ruidos de algarabías y tortuosos remeneos de gentío. Muchedumbre arreglada que se aventura en fiesta. Ahora, el frio invierno, niega aquel pasado de pusilánime aptitud. Y, a pesar de este frio invernal, no mueve una brizna de aire y, éste, se halla dormido.
Volverá el día de la Asunción con el clamor y su pueblo entero a llenar este vacío. Traerá el verano los rituales serranos, los emigrantes que nunca se fueron; porque marcharon sin abrir el puño que guardaba a Lagunilla dentro.
Mi retorno: Pedro
Están los robles dormidos, ausentes de eólicas corrientes; en “el Vallejo “ el silencio manda… silencio. Atrás, en la memoria del visitante, quedan pasados alegres y venturas agridulces. Bailes de verano, verbenas locas. Ruidos de algarabías y tortuosos remeneos de gentío. Muchedumbre arreglada que se aventura en fiesta. Ahora, el frio invierno, niega aquel pasado de pusilánime aptitud. Y, a pesar de este frio invernal, no mueve una brizna de aire y, éste, se halla dormido.
Volverá el día de la Asunción con el clamor y su pueblo entero a llenar este vacío. Traerá el verano los rituales serranos, los emigrantes que nunca se fueron; porque marcharon sin abrir el puño que guardaba a Lagunilla dentro.
Mi retorno: Pedro