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QUÉ CERCA ESTÁ EL VERANO. 1ª entrega
Recuerdo aquellos años en los que soñaba con las vacaciones de verano. Unos desbordantes sentimientos alteraban todo mi ser hasta casi rozar la histeria. El simple hecho de verme involucrado en un sinfín de aventuras con mi queridísimo amigo Guillermo (“pocholo”), me desequilibraba. Era retornar a un estado alienado de trabajos rústicos, donde toda la cotidianidad espesa de mis días presentes, en este Norte donde resido, se aventaba para recibir todo un enclave fascinante de acontecimientos jamás imaginados.
En los últimos años que compartí mis vacaciones en ese pueblo mío, con ese amigo mío y con esa manera mía de afrontar nuevas experiencias; no me puedo olvidar del día en que “pocholo” me enseñó a ordeñar sus vacas. Tuve que vencer el terror que me daba acercarme a ellas y, tras romper esa barrera, fue “la mar de divertido” estrujar sus ubres y guerrear a chorros con él. Y, lo mejor de todo, probar la leche directamente de su fuente natural… me desbordo ¡Qué gran experiencia para mí! Ya que allá (en el Norte) nos la daban embotellada.
Recuerdo aquellos años en los que soñaba con las vacaciones de verano. Unos desbordantes sentimientos alteraban todo mi ser hasta casi rozar la histeria. El simple hecho de verme involucrado en un sinfín de aventuras con mi queridísimo amigo Guillermo (“pocholo”), me desequilibraba. Era retornar a un estado alienado de trabajos rústicos, donde toda la cotidianidad espesa de mis días presentes, en este Norte donde resido, se aventaba para recibir todo un enclave fascinante de acontecimientos jamás imaginados.
En los últimos años que compartí mis vacaciones en ese pueblo mío, con ese amigo mío y con esa manera mía de afrontar nuevas experiencias; no me puedo olvidar del día en que “pocholo” me enseñó a ordeñar sus vacas. Tuve que vencer el terror que me daba acercarme a ellas y, tras romper esa barrera, fue “la mar de divertido” estrujar sus ubres y guerrear a chorros con él. Y, lo mejor de todo, probar la leche directamente de su fuente natural… me desbordo ¡Qué gran experiencia para mí! Ya que allá (en el Norte) nos la daban embotellada.