Recuerdo, en aquellos años de mi infancia, las de mujeres mayores y jovenes que, al asueto de mis vacaciones, contemplaba absorto desde el poyo de piedra que había pegado a la pared de mi casa. Ellas al refugio de los malos vientos, buscando el sol, se deleitaban sobre un bastidor de costura dando formas con el hilo a manteles y ajuares de novia. Caprichosas flores estampadas hacian unas y, otras, como tu presentas en esta foto, pañitos con bordados y acabados de puntilla. Y, todo aquello... respirando muy profundo, me olía a pueblo, vida y raices de Lagunilla.
Un saludo Manchega
Un saludo Manchega