LAGUNILLA: Pedro alucino con tus escritos, en el pueblo que yo...

UN PUEBLO QUE COMPARTE EL TRABAJO ES UN PUEBLO QUE LO SUPERA TODO. ÁNIMO GUNILLEROS Y SEGAD LAS MALAS HIERBAS. BONITO ESTE CUADRO DE CHARI.

AHÍ OS VA UN CUENTO:

Hubo una vez, hace muchos años, un país que acababa de pasar una guerra muy dura. Como ya es sabido, las guerras traen consigo rencores, envidias, muchos problemas, muchos muertos y mucha hambre. La gente no puede sembrar, ni segar, no hay harina ni pan.

Cuando este país acabó la guerra estaba destrozado, llegó a un pueblecito un soldado agotado, harapiento y muerto de hambre. Era muy alto y delgado.

Hambriento llegó a una casa, llamó a la puerta y cuando vio a la dueña le dijo:

-Señora, ¿tenéis un pedazo de pan para un soldado que viene muerto de hambre de la guerra?

Y la mujer le mira de arriba a bajo y responde:

-Pero, ¿estás loco? ¿No sabes que no hay pan, que no tenemos nada? ¡Cómo te atreves!

Y a golpes y a patadas lo sacó fuera de la casa.

Pobre soldado. Prueba fortuna en una y otra casa, haciendo la misma petición y recibiendo a cambio peor respuesta y peor trato.

El soldado casi desfallecido, no se dio por vencido. Cruzó el pueblo de cabo a rabo y llegó al final, donde estaba el lavadero público. Halló unas cuantas muchachas y les dijo:

- ¡Muchachas! ¿No habéis probado nunca la sopa de piedras que hago?

Las muchachas se mofaron de él diciendo:

- ¿Una sopa de piedras? No hay duda de que estás loco.

Pero había unos niños que estaban espiando y se acercaron al soldado cuando éste se marchaba decepcionado.

-Soldado, ¿te podemos ayudar? Le dijeron.

- ¡Claro que sí! Necesito una olla muy grande, un puñado de piedras, agua y leña para hacer el fuego.

Rápidamente los chiquillos fueron a buscar lo que el soldado había pedido. Encienden el fuego, ponen la olLa, la llenan de agua, lavan muy bien las piedras y las echan cuando el agua comenzó a hervir.

-" ¿Podemos probar la sopa?", preguntan impacientes los chiquillos.

- ¡Calma, calma!

El soldado la probó y dijo:

-Mmmh… ¡Qué buena, pero le falta una pizquita de sal!

-En mi casa tengo sal-, dijo un niño. Y salió a por ella. La trajo y el soldado la echó en la olla.

Al poco tiempo volvió a probar la sopa y dijo:

-Mmmh... ¡qué rica! Pero le falta un poco de tomate.

Y un niño que se llamaba Luis fue a su casa a buscar unos tomates, y los trajo enseguida.

En un periquete los niños fueron trayendo cosillas: patatas, lechuga, arroz y hasta un trozo de pollo.

La olla se llenó, el soldado removió una y otra vez la sopa hasta que de nuevo la probó y dijo:

-Mmmh..., es la mejor sopa de piedras que he hecho en toda mi vida. ¡Venga, venga, id a avisar a toda la gente del pueblo que venga a comer! ¡Hay para todos! ¡Que traigan platos y cucharas!

Repartió la sopa. Hubo para todos los del pueblo que avergonzados reconocieron que, si bien era verdad que no tenían pan, juntos podían tener comida para todos.

Y desde aquel día, gracias al soldado hambriento aprendieron a compartir lo que tenían.

Un saludo a todos.

Pedro alucino con tus escritos, en el pueblo que yo viví, años 60 la gente se iba a la cama y solamente cerraban el portón y ni siquiera la llave se ponía y cuando alguno en el pueblo lo estaba pasando mal siempre había alguien que corría la voz y con lo que podían ayudaban, bien fuera productos de la huerta o economicamente.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Ese es el pueblo que yo he amado siempre, el que he llevado en mi memoria y por el cual pierdo el sueño. Lástima de progreso, que lo mismo que trae cosas muy buenas, abandona humanidad.
Ya me retiro a descansar. Que paseis buen fin de semana.