Entre las frases felices de Miguel de Cervantes se encuentra: Paciencia y barajar.
Fue sintagma "arrefranado" muy del gusto de los Siglos de Oro, referido a la conveniencia de saber encajar los golpes y no tratar de luchar contra el destino, ni enfrentarnos a lo irremediable. El hombre sensato conoce el alcance de sus fuerzas, y es consciente de hasta dónde puede llegar, ya que se tiene a sí mismo cogida la medida del aguante. Cervantes emplea a menudo el concepto. En la segunda parte de su inmortal novela, se lee:"Y cuando así no sea -respondió el lastimado Durandarte con voz desmayada y baja-, cuando así no sea, ¡oh, primo! digo, paciencia y barajar. Y volviéndose de lado tornó a su acostumbrado silencio, sin hablar más palabra".
Con este sintagma animamos a otro, nos armamos de paciencia o nos jaleamos a nosotros mismos cuando es necesario, o no hay más remedio que aceptar lo irremediable, actitud inteligente que adoptamos para que nos sea más fácil encajar decepciones y desengaños. Es probable que la expresión proceda del juego de naipes, en cuyo ámbito se utlizaría para dar ánimo o invitar a la resignación a quien atraviesa una mala racha, en alusión a que en circunstancias tales lo aconsejable es aceptar las cosas como vienen y esperar a que la suerte cambie. También Tieso de Molina emplea la expresión coétaneamente:
Pues paciencia y barajar,
que poco puede tardar
de Sevilla quien desea
desmarañar este enredo.
Fue sintagma "arrefranado" muy del gusto de los Siglos de Oro, referido a la conveniencia de saber encajar los golpes y no tratar de luchar contra el destino, ni enfrentarnos a lo irremediable. El hombre sensato conoce el alcance de sus fuerzas, y es consciente de hasta dónde puede llegar, ya que se tiene a sí mismo cogida la medida del aguante. Cervantes emplea a menudo el concepto. En la segunda parte de su inmortal novela, se lee:"Y cuando así no sea -respondió el lastimado Durandarte con voz desmayada y baja-, cuando así no sea, ¡oh, primo! digo, paciencia y barajar. Y volviéndose de lado tornó a su acostumbrado silencio, sin hablar más palabra".
Con este sintagma animamos a otro, nos armamos de paciencia o nos jaleamos a nosotros mismos cuando es necesario, o no hay más remedio que aceptar lo irremediable, actitud inteligente que adoptamos para que nos sea más fácil encajar decepciones y desengaños. Es probable que la expresión proceda del juego de naipes, en cuyo ámbito se utlizaría para dar ánimo o invitar a la resignación a quien atraviesa una mala racha, en alusión a que en circunstancias tales lo aconsejable es aceptar las cosas como vienen y esperar a que la suerte cambie. También Tieso de Molina emplea la expresión coétaneamente:
Pues paciencia y barajar,
que poco puede tardar
de Sevilla quien desea
desmarañar este enredo.