Madame Delphine de Girardin, en su obra L'esprit escribe esta moralista francesa de la primera mitad del siglo XIX: Toute supériorité est un exil, frase que se nos antoja genial y que traducimos: TODA SUPERIORIDAD SE SUSTANCIA EN UN EXILIO.
EL HOMBRE DE VALÍA EXCEPCIONAL SE SIENTE DESPLAZADO ALLÁ DONDE FUERE, tanto porque no tiene interlocutores que estén a su altura, cuanto porque los que con él tratan intentan arrinconarlo llevados por el recelo, el temor y la envidia. La sociedad, cuyo grueso está formado por el batallón de los mediocres, no perdona al genio ni tolera al sabio:"A QUIEN DESTACA, CON LA ESTACA", ha sido lema seguido desde antiguo. El escritor francés C. A. Sainte- Beuve se reafirma en esta apreciación en su libro Potrais contemporains (1869-1871), donde afirma:" SI VEIS A GENTES DE MUY DISTINTO PELAJE ATACAR CON SAÑA A UN HOMBRE POR TODOS LOS MEDIOS, ESTAD SEGUROS DE QUE SE TRATA DE UN HOMBRE DE GENIO".
Se sufre mal la presencia del genio, del sabio e incluso del santo porque la mediocridad imperante rechaza a todo aquel que la pone en evidencia, haciendo que por comparación aparezca ridículo. El hombre sabio, como el justo, se constituye involuntariamente en espejo que devuelve al necio su condición de estúpido. Marcelino Menendez y Pelayo exclama en el capítulo décimo del tomo tercero de su Hisria de las ideas estéticas en España (1883-1891): " ¡CÚANTO LE CUESTA AL VERDADERO GENIO HACERSE PERDONAR SU GLORIA!". Ello es así porque sin querer, el hombre de genio denuncia con su luz las carencias y sombras de los que medran en el mundo de la ciencia careciendo de talento. Edmond Rostand, poeta y dramaturgo francés nacido en 1888, autor de Cyrano de Bergerac y de Chantecler, estrenó con gran éxito Les romanesques siendo muy joven, y como se comentara delante de la actriz Saa Bernhardt la precocidad del joven autor y se dijera que tenía talento, la famosa diva afirmó:"CUANDO A ESA EDAD SE TIENE TALENTO, NO SE HABLA DE TALENTO, SE DEBE HABLAR DE GENIO". ¿Tiene que acompañar la humildad a la condición de genio? No necesariamente. La actriz francesa Madeleine Renaud decía en cierta ocasión a Savador Dalí: "QUIERO QUE SEPA QUE LE ADMIRO MUCHÍSIMO, Y QUE NO HAY DUDA DE QUE ES USTED UN GENIO". El pintor de Cadaqués sonrió y se limitó a contestar: "PIENSO COMO USTED, SEÑORITA". A este mismo genial personaje le preguntaron cómo podría saberse si alguien era un genio, y contestó:"NO ES TAN DIFICIL; DE HECHO TODO SE REDUCE A PLANTEAR UN PAR DE PREGUNTAS". Quiso saber su interpelante el tipo de preguntas a hacer, y el autor de la Madonna de Port-Lligar y del Cristo de San Juan de la Cruz, contestó:
"HAY QUE SABER CÓMO SE LLAMA Y DÓNDE NACIÓ; SI SE LLAMA DALÍ Y NACIÓ EN CADAQUÉS, YA NO HAY DUDA DE QUE LO ES".
EL HOMBRE DE VALÍA EXCEPCIONAL SE SIENTE DESPLAZADO ALLÁ DONDE FUERE, tanto porque no tiene interlocutores que estén a su altura, cuanto porque los que con él tratan intentan arrinconarlo llevados por el recelo, el temor y la envidia. La sociedad, cuyo grueso está formado por el batallón de los mediocres, no perdona al genio ni tolera al sabio:"A QUIEN DESTACA, CON LA ESTACA", ha sido lema seguido desde antiguo. El escritor francés C. A. Sainte- Beuve se reafirma en esta apreciación en su libro Potrais contemporains (1869-1871), donde afirma:" SI VEIS A GENTES DE MUY DISTINTO PELAJE ATACAR CON SAÑA A UN HOMBRE POR TODOS LOS MEDIOS, ESTAD SEGUROS DE QUE SE TRATA DE UN HOMBRE DE GENIO".
Se sufre mal la presencia del genio, del sabio e incluso del santo porque la mediocridad imperante rechaza a todo aquel que la pone en evidencia, haciendo que por comparación aparezca ridículo. El hombre sabio, como el justo, se constituye involuntariamente en espejo que devuelve al necio su condición de estúpido. Marcelino Menendez y Pelayo exclama en el capítulo décimo del tomo tercero de su Hisria de las ideas estéticas en España (1883-1891): " ¡CÚANTO LE CUESTA AL VERDADERO GENIO HACERSE PERDONAR SU GLORIA!". Ello es así porque sin querer, el hombre de genio denuncia con su luz las carencias y sombras de los que medran en el mundo de la ciencia careciendo de talento. Edmond Rostand, poeta y dramaturgo francés nacido en 1888, autor de Cyrano de Bergerac y de Chantecler, estrenó con gran éxito Les romanesques siendo muy joven, y como se comentara delante de la actriz Saa Bernhardt la precocidad del joven autor y se dijera que tenía talento, la famosa diva afirmó:"CUANDO A ESA EDAD SE TIENE TALENTO, NO SE HABLA DE TALENTO, SE DEBE HABLAR DE GENIO". ¿Tiene que acompañar la humildad a la condición de genio? No necesariamente. La actriz francesa Madeleine Renaud decía en cierta ocasión a Savador Dalí: "QUIERO QUE SEPA QUE LE ADMIRO MUCHÍSIMO, Y QUE NO HAY DUDA DE QUE ES USTED UN GENIO". El pintor de Cadaqués sonrió y se limitó a contestar: "PIENSO COMO USTED, SEÑORITA". A este mismo genial personaje le preguntaron cómo podría saberse si alguien era un genio, y contestó:"NO ES TAN DIFICIL; DE HECHO TODO SE REDUCE A PLANTEAR UN PAR DE PREGUNTAS". Quiso saber su interpelante el tipo de preguntas a hacer, y el autor de la Madonna de Port-Lligar y del Cristo de San Juan de la Cruz, contestó:
"HAY QUE SABER CÓMO SE LLAMA Y DÓNDE NACIÓ; SI SE LLAMA DALÍ Y NACIÓ EN CADAQUÉS, YA NO HAY DUDA DE QUE LO ES".