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LAGUNILLA: Este torero cordobés, Rafael Molina Sánchez, preguntado...

Este torero cordobés, Rafael Molina Sánchez, preguntado acerca del matador de toros Frascuelo, a su vez llamado Salvador Sánchez, dio la siguiente respuesta a cierto paisano suyo que le solicitaba opinión al respecto de la bondad del nuevo astro taurino:

AFIGÚRATE TÚ ZI ZERÁ BUENO, CUANDO LO ACOMPARAN CONMIGO.

La frase quedó como antonomasia de la vanidad, pero también como muestra de un carácter ecuánime, capaz de reconocer los méritos del rival. Este par de figuras del mundo taurino, junto con Guerrita, fueron ricos en anécdotas ingeniosas. Yno de los toreros más elegantes a la hora de ejecutar la suerte de matar fue Lagartijo, que cosechó aplausos y admiración a lo largo de los cuarenta años últimos del siglo XIX. Consciente de su escasa cultura, permanecía siempre callado mientras los demás hablaban. En una ocasión, el político de Unión Liberal Francisco Romero Robledo, admirador suyo, le dijo:"RAFAEL, YO SOY DE ANTEQUERA, PERO NO TENGO EMPACHO EN DECIR QUE LO MÁS GRANDE DEL MUNDO ES CÓRDOBA: TRES NOMBRES LA HAN HECHO INMORTAL". Quiso saber Lagartijo quiénes eran, y contestó el célebre diputado: "EL SUYO, EL DE SÉNECA Y EL DE GONZALO FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA; ¿QUÉ TE PARECE?". A lo que replicó el Maestro" QUE NO HA ANDAO USTÉ FINO, PORQUE LE FALTA EL MÁS IMPORTANTE DE LA LISTA". Quisieron saber todos quién era, y contestó triunfante: " ¿QUIÉN VA A SER? ¡EL GRAN CAPITÁN...!, DIGO". Y por respeto al torero nadie le recordó que Gonzalo Fernandez de Córdoba y el Gran Capitán eran la misma persona. Era hombre de respuestas rápidas. Le preguntó cierto señorito por el arte del toreo, y le decía: ES UNA COSA MUY SENCILLA; SE PONE USTÉ DELNTE DEL TORO Y CUANDO EL ANIMAL SE ARRANCA O SE QUITA USTÉ O LE QUITA EL TORO, ¿ME ENTIENDE...?". Todo cuanto se relaciona con la actividad torera está rodeado de signos, augurios y supersticiones. Ricardo Torres Reina, alias Bombita, creía que era de muy mala suerte que alguien bostezase mientras él se vestía para ir a la plaza. Entre los toreros de principio del XX los toros de divisa azul eran tenidos por cenizos, pero si el azul celeste va acompañado de otros colores, es buena señal. José García Rodríguez, el Algabeño, se ponía nervioso si se cruzaba con un gato blanco. A Rafael Gómez Ortega, el Gallo, se lo llevaban los demonios si veía un moscadón negro: era capaz de negarse a vestirse de luces. Mientras se viste de luces, el torero evita que la montera esté sobre la cama; y una vez ataviado debe rehusar mirarse en el espejo. En el ruedo, no debe iniciarse el paseillo con el pie izquierdo, y es de mal agüero que la montera caiga boca arriba sobre la arena. Francisco Arjona Herrera, llamado Cúchares, no soportaba los toros salineros, de pelo jaspeado de rojo y blanco, y Lagartijo tenía por bueno lo que otros tenían por malo: que se le cayera algo de las manos antes de comenzar la corrida. Frascuelo no se cortaba las uñas ni dejaba que lo hicieran los de su cuadrilla en vísperas de corrida, y Juan Mesa Guerrero, llamado el Labi, torero gitano, se ponía malo si veía un toro de color manchado. Pobre del diestro que olvidara sus estampas o cambiara de patrón celestial en plena temporada.