Julio de 1960………. Labores de estío.
Madrugadas de verano. I
Casi a oscuras, solo la penumbra del cielo estrellado. El habito y la maña del oficio permite a estas horas al cabrero sujetar con seguridad la carga al aparejo. Todo dispuesto para emprender el camino de cada día, en esta época de vacaciones escolares lo hace cualquier niño de la familia mayor de diez años, esta vez me ha tocado a mí.
Son las primeras reverberaciones de la mañana y adormecido aún, me veo a horcajadas encima del caballo, mi compañero de camino. Porta sobre los costados de sus lomo cuatro aguaderas de madera, y en cada una de ellas un cántaro con leche de cabra, cerrando sus brocales unos corchos ajustados con hojas de roble. De la cruz del cuello cuelga un morral (morrala), donde se porta la merienda al campo, en este caso, en su interior van unas piezas de caza.
Dejamos el estrecho valle de la finca y su coral de grillos y fauna nocturna. Enfilamos las empinadas barreras de la Cabrera por una tortuosa vereda enarbolada de madroñeras, jaras y brezo, casi a oscuras, a sabiendas que el animal camina seguro, como solo estos saben portarte hasta tu casa.
Madrugadas de verano. I
Casi a oscuras, solo la penumbra del cielo estrellado. El habito y la maña del oficio permite a estas horas al cabrero sujetar con seguridad la carga al aparejo. Todo dispuesto para emprender el camino de cada día, en esta época de vacaciones escolares lo hace cualquier niño de la familia mayor de diez años, esta vez me ha tocado a mí.
Son las primeras reverberaciones de la mañana y adormecido aún, me veo a horcajadas encima del caballo, mi compañero de camino. Porta sobre los costados de sus lomo cuatro aguaderas de madera, y en cada una de ellas un cántaro con leche de cabra, cerrando sus brocales unos corchos ajustados con hojas de roble. De la cruz del cuello cuelga un morral (morrala), donde se porta la merienda al campo, en este caso, en su interior van unas piezas de caza.
Dejamos el estrecho valle de la finca y su coral de grillos y fauna nocturna. Enfilamos las empinadas barreras de la Cabrera por una tortuosa vereda enarbolada de madroñeras, jaras y brezo, casi a oscuras, a sabiendas que el animal camina seguro, como solo estos saben portarte hasta tu casa.
Manchega como me acuerdo de todo lo que tu cuentas: Como tu bien dices yo tenia 10 años, pero no me libre de levantarme a las 5 de la mañana que nada mas se veían estrellas, mi tia Gabina le habia dejado en la mesa de la cocina unas vainillas, dos perrunillas y una copa de aguardiente, nos fuimos al "pajar" esto esta como sifueras a la matasantana y alli llegamos en un caballo cuando ya se empezaba a ver, cogimos judías verdes, tomates, pimientos y dejo regado lo que tenia sembrado. antes de las 8 teniamos que estar en Maja Primera y alli ya estaba mi tia gabina con el cafe migado, a todo esto mi abuelo nunca tubo reloj miraba las sombras que hacia el sol y te decia la hora que era exacta, alli tambien teniamos que recoger todos los frutos que ya estuvieran maduros, antes de las 12 que era cuando empezaba a calentar. Me gusta leerlo porque lo escribáis vosotros. hoy con esa misma edad le dices a un niño que tiene que madrugar y te manda a paseo.