Julio de 1960………. El acarreo de mieses para la trilla.
Madrugadas de verano. II
El clarear del día nos sorprende en los últimos recodos del sombrío barranco, cerca ya de Matarrubia. De aquí a los “heladeros” de Paso Malo seguimos por un sendero (hoy desaparecido por las plantaciones de pinos). Se oyen relinchos y ladridos a lo lejos, son las reatas de animales que suben de los cotos, el más extenso Pedrarias. Portan el trigo y la cebada a la trilla. Me uno a ellos en el cruce de la “Fuente la víbora”. La gente apenas han dormido, es el segundo viaje que hacen esta mañana. La carga es muy voluminosa, suben andando, soñolientos, parapetados detrás de los animales que les protegen del relente, asidos a sus colas les hacen de lazarillos, es la ayuda que necesitan para hacer el camino más ligero.
La mañana con la brisa fresca, fría; antes que amanezca es el mejor momento para el acarreo, las mieses con el frío contraen sus espigas de grano como puños candados, necesario para que no se pierde el valioso fruto por el traqueteo de las bestias….. Horas de penumbra, las que el segador aprovecha para acercar por caminos mil veces pateados los haces a la era.
Allá, tras el alto del El Trampal, a contraluz tras el perfil adentellado de la Sierra de Béjar el Sol nos anuncia el alba, pronto una concentración de luz intensa hace acto de presencia; rápida su eclosión reverdecen las barreras de la montaña, los torrentes dibujan su camino y el valle ensancha su horizonte hasta la lejanía. El día se despereza rápido, haciendo correr raudas las sombras de vallejos, cotos y montañas. Son días de sudor y siega.
Madrugadas de verano. II
El clarear del día nos sorprende en los últimos recodos del sombrío barranco, cerca ya de Matarrubia. De aquí a los “heladeros” de Paso Malo seguimos por un sendero (hoy desaparecido por las plantaciones de pinos). Se oyen relinchos y ladridos a lo lejos, son las reatas de animales que suben de los cotos, el más extenso Pedrarias. Portan el trigo y la cebada a la trilla. Me uno a ellos en el cruce de la “Fuente la víbora”. La gente apenas han dormido, es el segundo viaje que hacen esta mañana. La carga es muy voluminosa, suben andando, soñolientos, parapetados detrás de los animales que les protegen del relente, asidos a sus colas les hacen de lazarillos, es la ayuda que necesitan para hacer el camino más ligero.
La mañana con la brisa fresca, fría; antes que amanezca es el mejor momento para el acarreo, las mieses con el frío contraen sus espigas de grano como puños candados, necesario para que no se pierde el valioso fruto por el traqueteo de las bestias….. Horas de penumbra, las que el segador aprovecha para acercar por caminos mil veces pateados los haces a la era.
Allá, tras el alto del El Trampal, a contraluz tras el perfil adentellado de la Sierra de Béjar el Sol nos anuncia el alba, pronto una concentración de luz intensa hace acto de presencia; rápida su eclosión reverdecen las barreras de la montaña, los torrentes dibujan su camino y el valle ensancha su horizonte hasta la lejanía. El día se despereza rápido, haciendo correr raudas las sombras de vallejos, cotos y montañas. Son días de sudor y siega.