Ofertas de luz y gas

LAGUNILLA: CHUPINAZO...

CHUPINAZO

Esta mañana, la del chupinazo, íbamos bajando hacia la Plaza del Castillo por la calle de Carlos III, perdiendo la cabeza entre el gentío que discurría a nuestro lado. Grupos de familias, cuadrillas y otros espectros raros que se emponzoñan las ropas de mostaza y harina con vinos gruesos; olores que matan lo limpio y lo nuevo. Sorprende que aún no haya empezado la fiesta y se vean tan sucios como cuando se viene de regreso. Son jóvenes caprichos que, por su falso mensaje, no entiendo. Nos acomodamos en una terraza con sombrillas mal orientadas, en el casino; encarando la gran pantalla que nos mostraba el ayuntamiento. No era aconsejable acercarse más que eso, ya está repleta de gente la otra plaza del concejo. Aquí, al calor del mediodía, nos pedimos una cerveza fría, unas rabas y el refresco, que de otra manera no se sabía ir haciendo tiempo. Desde nuestra mesa muchos rostros contemplamos, pues el corredor del ayuntamiento está al lado, en la siniestra calle Chapitela y, de no estar acotado por los guardias municipales, tendríamos a nuestra diestra el acceso a Pozo Blanco y Zapateria pasando el pasadizo de La Jacoba; total que a una fachada del centro, del núcleo de este Fausto evento. A las doce menos cuarto, todo pavimento se tiznaba de blanco y, cuando faltaban tres minutos para las doce aparecieron rojos triángulos sobre el horizonte todo y nuestras cabezas. Se jaleaba alegría y de pronto, una voz potente ahogó esa euforia, para dejarse entender su proclama al grito cardiaco de –“ ¡Viva San Fermín; gora San Fermín! _, bajo las hondas esparcidas de un potente y explotado cohete.
Salir de ahí fue un milagro. La corriente humana se desataba a los cuatro vientos y, engarzados de la mano, usábamos la espalda de timón buscando una salida en quebrados trazos; ahora para arriba, después para abajo y, contra las corrientes cortantes, un fiero lazo. Ya las manos nos sudaban de tanto y tanto embarazo. Rocío de vino y champán sobre lo impoluto caía y, desde los balcones de arriba, agua de cubos y jaleada padre, que algunos insatisfechos cantando así pedían: “ ¡No seas rata, el agua está barata! Y ¡zas! Más agua va y viene al son de un alegre clamor. Salimos…Gracias al Santo Patrón.