En su Ulysses (1842) dice este poeta inglés del siglo XIX:
YO SOY UNA PARTE DE CUANTO ENVONTRÉ EN MI CAMINO
El hombre se hace tanto él mismo, comosu camino; no viene marcada la vida, sino que es la aventura en la que somos atraídos lo que termina configurando nuestro carácter, nuestro deseo, nuestro futuro. Todo cuanto hemos vivido contribuye a formarnos, y si bien es cierto que somos parte de cuanto rozamos o tocamos a lo largo de la existencia, también es verdad que con nuestra presencia contribuimos a cambiar el mundo. Nuestra definición no está completa sin la de aquellas personas, lugares y cosas que nos acompañaron en el viaje, como Ulises el Griego, el héroe homérico, fértil en recursos, en lances y vivencias extraordinarias. Ese cúmulo de andanzas, de venturas y desventuras es en resumen la forja donde se hizo a sí mismo y donde fue hecho por su circunstancia, pero también moldeado de acuerdo con sus sueños, con su voluntad de ser de una manera y no de otra. El hombre no es solamente lo que es, sino también lo que pudo haber sido al final de su camino. Pero no es fácil averiguar el camino que debemos seguir para lograr lo que ahora se llama "realización"·. El popular obispo neoyorquino Fulton J. Sheen fue a Fliadelfia invitado por la alcaldía a dar una conferencia. Como no sabía dónde se encontraba el lugar preguntó a un muchacho: ¿Cómo se va al City Hall? El muchacho se ofreció a acompañarle diciendo que no estaba lejos, y por el camino, sabedor ya de que el obispo iba a dar una charla le preguntó: "Sobre qué asunto va a hablar, Padre...?" El eclesiástico le dijo: "Voy a dar unas charlas sobre cómo encontrar el camino del cielo, hijo". El muchacho se echó las manos a la cabeza, y exlamó: " ¡Pero bueno! ¿CÓMO UN HOMBRE QUE NO SABE CÓMO IR AL AYUNTAMIENTO SE COMPROMETE A HALLAR EL CAMINO DEL CIELO, QUE ESTÁ MUCHO MÁS LEJOS...?"
NO SABEMOS QUE LAS COSAS ESTABAN LEJOS O CERCA HASTA QUE UNO NO AGOTÓ SU RECORRIDO.
YO SOY UNA PARTE DE CUANTO ENVONTRÉ EN MI CAMINO
El hombre se hace tanto él mismo, comosu camino; no viene marcada la vida, sino que es la aventura en la que somos atraídos lo que termina configurando nuestro carácter, nuestro deseo, nuestro futuro. Todo cuanto hemos vivido contribuye a formarnos, y si bien es cierto que somos parte de cuanto rozamos o tocamos a lo largo de la existencia, también es verdad que con nuestra presencia contribuimos a cambiar el mundo. Nuestra definición no está completa sin la de aquellas personas, lugares y cosas que nos acompañaron en el viaje, como Ulises el Griego, el héroe homérico, fértil en recursos, en lances y vivencias extraordinarias. Ese cúmulo de andanzas, de venturas y desventuras es en resumen la forja donde se hizo a sí mismo y donde fue hecho por su circunstancia, pero también moldeado de acuerdo con sus sueños, con su voluntad de ser de una manera y no de otra. El hombre no es solamente lo que es, sino también lo que pudo haber sido al final de su camino. Pero no es fácil averiguar el camino que debemos seguir para lograr lo que ahora se llama "realización"·. El popular obispo neoyorquino Fulton J. Sheen fue a Fliadelfia invitado por la alcaldía a dar una conferencia. Como no sabía dónde se encontraba el lugar preguntó a un muchacho: ¿Cómo se va al City Hall? El muchacho se ofreció a acompañarle diciendo que no estaba lejos, y por el camino, sabedor ya de que el obispo iba a dar una charla le preguntó: "Sobre qué asunto va a hablar, Padre...?" El eclesiástico le dijo: "Voy a dar unas charlas sobre cómo encontrar el camino del cielo, hijo". El muchacho se echó las manos a la cabeza, y exlamó: " ¡Pero bueno! ¿CÓMO UN HOMBRE QUE NO SABE CÓMO IR AL AYUNTAMIENTO SE COMPROMETE A HALLAR EL CAMINO DEL CIELO, QUE ESTÁ MUCHO MÁS LEJOS...?"
NO SABEMOS QUE LAS COSAS ESTABAN LEJOS O CERCA HASTA QUE UNO NO AGOTÓ SU RECORRIDO.