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LAGUNILLA: RAICES (continuación)...

RAICES (continuación)

Desde aquel encuentro no dejamos de juntarnos todos los fines de semana para salir por la ciudad. Y comencé a conocer sus amistades femeninas, todas ellas de estudiantes de bachiller y de curso orientativo para la universidad (c. o. u). Fue entonces cuando me hice cuenta de lo poco que yo sabía en relación a lo que ellos acostumbraban de hablar, esas palabras tan nuevas para mí me estimularon y, acomplejado, la emprendí por el hábito a leer, informarme para estar a la altura de mis nuevos amigos y, al remate, terminé matriculándome en las clases nocturnas para conseguir el graduado escolar; cosa que pude terminar después de tantos años de haber abandonado los estudios. Saqué notable en la nota media y, me causó tanta ilusión, me sentí tan bien que, tras volver de la milicia me matricule en el instituto para iniciar el bachiller. Los padres de mi amigo se alegraban mucho por mí, tanto que mi amigo recelaba un poco y, animado por cuanto me estaba pasando, él también retomó los estudios que había dejado sin terminar y consiguió hacerse con el acceso a la universidad.
Solíamos hablar muchísimo, a los dos nos encantaba charlar; nos daban las horas hablando en un banco cerca de su casa, una pequeña plaza en la que disponíamos del reloj de una sucursal bancaria allí ubicada. Una noche observábamos a un sujeto que venía embozado con una gabardina oscura y un pasamontañas hacia nosotros. Al acercarse hizo amago de meterse la mano en la pechera y, como no medió palabra y se nos había encarado, dimos un salto y nos pusimos a cubierto tras un pretil que bordeaba la plaza. Yo buscaba piedras para defenderme y…. ¡no sentí disparos, sólo eran risas! Me incorporé y me sorprendió hallarlos ahí, tan apacibles después de semejante susto. Yo me senté de nuevo en el banco mientras ellos dos, que se conocían, seguían jocosos. Al pronto, su intruso amigo, toma una confianza desproporcionada y confiesa tener datos de un policía que vive en la calle…y que sale a la hora tal. Me quedo perplejo mirando a mi amigo que no da señales de sobresalto y mantiene una discreta relación sacándole más información de la que ya le había dado; el policía del que hablaban era su padre.
Continuará…