RAICES (continuación)
Y, tras mucho divagar con los pros y los contras, resolví aceptar esas dobles jornadas por aquel inmenso capital que, si bien lo pienso, no era tal. Desde las seis de la mañana hasta las nueve de la noche prácticamente sin cesar; pues a eso de las dos, íbamos a comer a un restaurante y, para las tres o poco más de ya la tarde estábamos todos con el delantal. Y cuando salíamos, ya de noche, nuestros pies y piernas doloridas no sabían andar; tantas y tantas horas de pie para ganar tan arduo jornal, se estaban llevando la salud casi, casi por un puñetero real.
Lamenté ganar dinero, lamenté dejar de estudiar pero tenía edad de trabajo y mucho futuro que andar, faltaba mecenas o padrinos para holgar en vida regalada y mucho dinero para estudiar. Se me pasó la oportunidad pero, adquirir conocimientos, no implica dejarse matricular. Así pues fueron los libros mis compañeros fueron ellos mi curiosidad. Y a los pocos meses de estar ahí torturado de tanto y tanto laborar, apareció un sujeto que había estado de baja y retornaba a “este hogar”. El espacio se volvió muy estrecho y, tras una sarta de promesas y compromisos para conmigo, me hicieron pasar a la fila de parados hasta una nueva apertura que, con mi natural orgullo rechacé y me puse de autónomo, otra vez a vender.
Y, tras mucho divagar con los pros y los contras, resolví aceptar esas dobles jornadas por aquel inmenso capital que, si bien lo pienso, no era tal. Desde las seis de la mañana hasta las nueve de la noche prácticamente sin cesar; pues a eso de las dos, íbamos a comer a un restaurante y, para las tres o poco más de ya la tarde estábamos todos con el delantal. Y cuando salíamos, ya de noche, nuestros pies y piernas doloridas no sabían andar; tantas y tantas horas de pie para ganar tan arduo jornal, se estaban llevando la salud casi, casi por un puñetero real.
Lamenté ganar dinero, lamenté dejar de estudiar pero tenía edad de trabajo y mucho futuro que andar, faltaba mecenas o padrinos para holgar en vida regalada y mucho dinero para estudiar. Se me pasó la oportunidad pero, adquirir conocimientos, no implica dejarse matricular. Así pues fueron los libros mis compañeros fueron ellos mi curiosidad. Y a los pocos meses de estar ahí torturado de tanto y tanto laborar, apareció un sujeto que había estado de baja y retornaba a “este hogar”. El espacio se volvió muy estrecho y, tras una sarta de promesas y compromisos para conmigo, me hicieron pasar a la fila de parados hasta una nueva apertura que, con mi natural orgullo rechacé y me puse de autónomo, otra vez a vender.
mily por donde andas.... que te extraño... que te pasa... sin vos el foro esta mustiooooooooooooooooooooooooo ooooooo ¡