EL FORO DE MI PUEBLO
No pasa un día sin que encienda el ordenador cargado de ilusión. Ya lo hacía antes de descubrir el foro de mi pueblo, pero no con tanto fervor como ahora. Sucede que hay gente que conecta con un servidor y otros, pienso yo, que no tanto; pero son gentes muy majas, muy…como diría, ¿aduladora? Creo yo que esta sería la palabra pero también, en ocasiones, se deja sentir una frialdad inefable; silencios que dan al traste con toda ilusión habida y por haber. Parece que tras ese muro otean presuntuosos pensamientos que prefiero no indagar; quizás por miedo a tener razón de mis sospechas. Y sentirme un poco intruso entre mi gente me produce pánico.
Hablaría de mi pueblo hasta “por los codos” con tal de encontrar respuestas o párrafos de ellos que me acerquen a saber cómo son y qué piensan; pero mis conocimientos con respecto a sus intereses son limitados y, en cuanto a ellos, se les puede presumir un poco de timidez en algunos pero sobre la gran mayoría gobierna mutismo y silencio; páginas en blanco de un foro que, sólo en temporadas puntuales despierta y explota, retoza de sus sabores, desprendiendo e irradiando sus estrofas de fuego vivo y resurrección súbita. Y, al pronto, una depresión, una falla que se hunde al abismo para dejarnos a todos otra vez a ciegas. Preguntas sin respuestas, regalos que no son recibidos o, quién sabe, otra vez silencio. Un espacio que les robo yo para dedicarme a mandar cosas, cosas tontas quizás…pero algo, algo sobre la nada cuando ya está dicho todo, todo lo que se ha querido escuchar. Unas propuestas de participación, sólo eso, un estímulo o una provocación piadosa que tan sólo busca a su pueblo.
Pueblo no son sus casas y sus campos, pueblo, como en el hogar, son sus gentes; el calor que produce el contacto con ellas, aunque…como entre amigos, algunas veces no tengamos otra cosa que nuestras tonterías.
Un fuerte abrazo a todos los foreros y, sobre todo, disculpar que sea como soy: un metiche, cansino y no os olvidéis: también puedo llegar a ser adorable.
Pedro González Gallardo.
No pasa un día sin que encienda el ordenador cargado de ilusión. Ya lo hacía antes de descubrir el foro de mi pueblo, pero no con tanto fervor como ahora. Sucede que hay gente que conecta con un servidor y otros, pienso yo, que no tanto; pero son gentes muy majas, muy…como diría, ¿aduladora? Creo yo que esta sería la palabra pero también, en ocasiones, se deja sentir una frialdad inefable; silencios que dan al traste con toda ilusión habida y por haber. Parece que tras ese muro otean presuntuosos pensamientos que prefiero no indagar; quizás por miedo a tener razón de mis sospechas. Y sentirme un poco intruso entre mi gente me produce pánico.
Hablaría de mi pueblo hasta “por los codos” con tal de encontrar respuestas o párrafos de ellos que me acerquen a saber cómo son y qué piensan; pero mis conocimientos con respecto a sus intereses son limitados y, en cuanto a ellos, se les puede presumir un poco de timidez en algunos pero sobre la gran mayoría gobierna mutismo y silencio; páginas en blanco de un foro que, sólo en temporadas puntuales despierta y explota, retoza de sus sabores, desprendiendo e irradiando sus estrofas de fuego vivo y resurrección súbita. Y, al pronto, una depresión, una falla que se hunde al abismo para dejarnos a todos otra vez a ciegas. Preguntas sin respuestas, regalos que no son recibidos o, quién sabe, otra vez silencio. Un espacio que les robo yo para dedicarme a mandar cosas, cosas tontas quizás…pero algo, algo sobre la nada cuando ya está dicho todo, todo lo que se ha querido escuchar. Unas propuestas de participación, sólo eso, un estímulo o una provocación piadosa que tan sólo busca a su pueblo.
Pueblo no son sus casas y sus campos, pueblo, como en el hogar, son sus gentes; el calor que produce el contacto con ellas, aunque…como entre amigos, algunas veces no tengamos otra cosa que nuestras tonterías.
Un fuerte abrazo a todos los foreros y, sobre todo, disculpar que sea como soy: un metiche, cansino y no os olvidéis: también puedo llegar a ser adorable.
Pedro González Gallardo.