Y MIENTRAS ALGUNOS SE JUEGAN EL VERMÚ MAÑANA (FOTO DE MILY) YO ANDARÉ EN PLENA FAENA POR LOS ALEDAÑOS DE UN PANTANO, SEGURAMENTE SOLO; PERO LAS TIERRAS QUE BAÑAN EL EMBALSE DE EUGUI ES COMO LA TIERRA PROMETIDA DE LOS HUEVOS DE REY.
Ya sábado…no ha llovido en toda la semana; llevamos sin ver el agua muchas semanas seguidas pero mañana volveré a mi búsqueda. Esta vez me adentraré hacia el nacedero del Arga, lo que se conoce como Quinto Real; es un bosque de castaños.
Ya os contaré
Ya sábado…no ha llovido en toda la semana; llevamos sin ver el agua muchas semanas seguidas pero mañana volveré a mi búsqueda. Esta vez me adentraré hacia el nacedero del Arga, lo que se conoce como Quinto Real; es un bosque de castaños.
Ya os contaré
hermosas fotografis---
BUSCANDO EL HUEVO DE REY
¡Qué dolor de piernas! Anoche volví destrozado de la tienda y no por ello desistiría de madrugar para el día siguiente. Tomé un Seractil y me puse a ver una película de Mario Moreno desde la cama (7 Machos, Cantinflas tenía un hermano gemelo; de pistoleros). Recuerdo que hace unos años me producían unas carcajadas y unos lagrimones desenfrenados. Hoy, no sé el porqué, apenas me sonrío.
Cada movimiento que hacía al levantarme me ayudaba a paliar el entumecido cuerpo, ya apenas notaba el dolor de anoche; ello me alegraba, significaba que mis caderas me podrían permitir el propósito de llevar a cabo esa ambiciosa búsqueda de la amanita cesárea; que ya tan familiar se me está volviendo (con lo poco que sé de micología). Abrí el cajón del comodín y sustraje un pantalón azul marino de chándal, lo combiné con un polo del mismo color. No acierto a saber por qué, me dio el capricho de ponerme un pañuelo montaña vasco que guardaba desde no sé tantos y tantos años; un olvidado recuerdo de la última vez que me vestí de Olentxero (un famoso pastor vasco). Me lo ceñí al cuello como si fuese un…”buff” inglés. Como no tenía grasa de caballo para lustrar las botas, le apliqué un producto francés especial para cueros naturales y, como la otra vez, me puse los dos pares de medias de lana. Agarré del paragüero un bastón de monte, cuya puntera es una pica de acero y, tras recoger un pequeño bocadillo de jamón y queso, más mi fresquísima agua, partí con el coche hacia la frontera francesa por Valcarlos.
La ruta es muy apreciada por los ciclistas, incluso Miguel Induráin acostumbra a pasear por aquí. Es un itinerario accidentado de curvas y rampas muy pronunciadas, canteras y bosques de la máxima variedad botánica; por lo que hay que conducir con extrema precaución. Me sorprende advertir que el nombre de Eugui está mal escrito (debe de estar en eusquera, pienso) porque todos lo pronunciamos con el final “gui” pero lo han escrito con “gi”. Ello me mantiene la mente ocupada hasta llegar al embalse. De este embalse se abastece Pamplona agua potable. Lo hallo muy bajo de caudal y sigo hasta el sitio en donde me pareció distinguir el año pasado una de esas delicias de hongos. ¡Eh…! Pensé que iba a estar yo solo perdido por ende estos castaños y robledales pero…cómo acompaña un día tan soleado, se han venido algunos matrimonios con sus niños pequeños a buscar castañas. El suelo está plagado de erizos cerrados, son muy verdes y muy chiquitos; es pronto aún. Un señor está vareando la copa de los castaños con un raro listón metálico extensible, pero…cuando le pregunto, no parece muy satisfecho de sus logros. En fin, a lo que nos ocupa: “Vi el regato que buscaba y lo seguí monte arriba. Pronto, muy pronto; quizás antes de lo que recordaba en distancia; apareció ante mí aquel remanso dónde debería encontrar los hongos. Miré frenético a todos los posibles huecos fértiles y sombreados bancos de antaño, tocones repletos de musgo; árboles caídos y ajados; y andando en zigzag sobre la vega del arroyuelo, me adentré al bosque; unos ratos trepando por vertientes que rasaban lo imposible, otras clavando los cantos de las suelas en cuña y, gracias a la pica que llevaba, apoyado en ilusión y esperanzas, tiraba como bien podía al encuentro de humedades y humus predispuesto a pura alquimia. Ya mi quijotesca mente se rinde ante los helechos quemados. Y decide cambiar de espacios, bañada la semblante en sudores; carente el alma esforzada de ningún beneficio.
Subí al vehículo y me presenté en Quinto Real; al pie del nacedero del Arga, ya casi en suelo francés. Hayedos, castaños y robles, de todo ahí se ve; paré junto a la carretera y almorcé. ¡Qué fresquita me supo el agua! Tenía tanta sed…He sentido curiosidad por unas fortificaciones que, al pie del río; algunos restos de ellas pude ver. Quizás tuvieron un pasado defensivo. Son paredes de piedra muy altas con arcadas para salvar el río, van ancladas al monte que, aquí se averigua barranco; garganta enhiesta, desafiante al galo. Y no se hallan setas, lo doy por fiado; quién, sin ser una cabra, subiría o bajaría a buscar hongos ni nada por estos arriesgados y defensivos castros. Miré en las choperas y bajo los avellanos, si no llueve no hay nada que hacer, cómo lo dijeron mis hermanos; pero, gracias a esta ventura infructuosa; encuentro ánimo y disfruto cada domingo por las mañanas; mientras otros hacen diferentes deportes o van a misa u pierden partidas de tute; yo con mis aventuras disfruto.
¡Lástima que mis excursiones no sean en Lagunilla! Porque entonces os habría presentado muy bellas fotos.
Que paséis buen domingo.
¡Qué dolor de piernas! Anoche volví destrozado de la tienda y no por ello desistiría de madrugar para el día siguiente. Tomé un Seractil y me puse a ver una película de Mario Moreno desde la cama (7 Machos, Cantinflas tenía un hermano gemelo; de pistoleros). Recuerdo que hace unos años me producían unas carcajadas y unos lagrimones desenfrenados. Hoy, no sé el porqué, apenas me sonrío.
Cada movimiento que hacía al levantarme me ayudaba a paliar el entumecido cuerpo, ya apenas notaba el dolor de anoche; ello me alegraba, significaba que mis caderas me podrían permitir el propósito de llevar a cabo esa ambiciosa búsqueda de la amanita cesárea; que ya tan familiar se me está volviendo (con lo poco que sé de micología). Abrí el cajón del comodín y sustraje un pantalón azul marino de chándal, lo combiné con un polo del mismo color. No acierto a saber por qué, me dio el capricho de ponerme un pañuelo montaña vasco que guardaba desde no sé tantos y tantos años; un olvidado recuerdo de la última vez que me vestí de Olentxero (un famoso pastor vasco). Me lo ceñí al cuello como si fuese un…”buff” inglés. Como no tenía grasa de caballo para lustrar las botas, le apliqué un producto francés especial para cueros naturales y, como la otra vez, me puse los dos pares de medias de lana. Agarré del paragüero un bastón de monte, cuya puntera es una pica de acero y, tras recoger un pequeño bocadillo de jamón y queso, más mi fresquísima agua, partí con el coche hacia la frontera francesa por Valcarlos.
La ruta es muy apreciada por los ciclistas, incluso Miguel Induráin acostumbra a pasear por aquí. Es un itinerario accidentado de curvas y rampas muy pronunciadas, canteras y bosques de la máxima variedad botánica; por lo que hay que conducir con extrema precaución. Me sorprende advertir que el nombre de Eugui está mal escrito (debe de estar en eusquera, pienso) porque todos lo pronunciamos con el final “gui” pero lo han escrito con “gi”. Ello me mantiene la mente ocupada hasta llegar al embalse. De este embalse se abastece Pamplona agua potable. Lo hallo muy bajo de caudal y sigo hasta el sitio en donde me pareció distinguir el año pasado una de esas delicias de hongos. ¡Eh…! Pensé que iba a estar yo solo perdido por ende estos castaños y robledales pero…cómo acompaña un día tan soleado, se han venido algunos matrimonios con sus niños pequeños a buscar castañas. El suelo está plagado de erizos cerrados, son muy verdes y muy chiquitos; es pronto aún. Un señor está vareando la copa de los castaños con un raro listón metálico extensible, pero…cuando le pregunto, no parece muy satisfecho de sus logros. En fin, a lo que nos ocupa: “Vi el regato que buscaba y lo seguí monte arriba. Pronto, muy pronto; quizás antes de lo que recordaba en distancia; apareció ante mí aquel remanso dónde debería encontrar los hongos. Miré frenético a todos los posibles huecos fértiles y sombreados bancos de antaño, tocones repletos de musgo; árboles caídos y ajados; y andando en zigzag sobre la vega del arroyuelo, me adentré al bosque; unos ratos trepando por vertientes que rasaban lo imposible, otras clavando los cantos de las suelas en cuña y, gracias a la pica que llevaba, apoyado en ilusión y esperanzas, tiraba como bien podía al encuentro de humedades y humus predispuesto a pura alquimia. Ya mi quijotesca mente se rinde ante los helechos quemados. Y decide cambiar de espacios, bañada la semblante en sudores; carente el alma esforzada de ningún beneficio.
Subí al vehículo y me presenté en Quinto Real; al pie del nacedero del Arga, ya casi en suelo francés. Hayedos, castaños y robles, de todo ahí se ve; paré junto a la carretera y almorcé. ¡Qué fresquita me supo el agua! Tenía tanta sed…He sentido curiosidad por unas fortificaciones que, al pie del río; algunos restos de ellas pude ver. Quizás tuvieron un pasado defensivo. Son paredes de piedra muy altas con arcadas para salvar el río, van ancladas al monte que, aquí se averigua barranco; garganta enhiesta, desafiante al galo. Y no se hallan setas, lo doy por fiado; quién, sin ser una cabra, subiría o bajaría a buscar hongos ni nada por estos arriesgados y defensivos castros. Miré en las choperas y bajo los avellanos, si no llueve no hay nada que hacer, cómo lo dijeron mis hermanos; pero, gracias a esta ventura infructuosa; encuentro ánimo y disfruto cada domingo por las mañanas; mientras otros hacen diferentes deportes o van a misa u pierden partidas de tute; yo con mis aventuras disfruto.
¡Lástima que mis excursiones no sean en Lagunilla! Porque entonces os habría presentado muy bellas fotos.
Que paséis buen domingo.
Setas no encontrarías, pero lo que si hiciste fue disfrutar de unos paseos por lugares preciosos. Montes con veredas umbrías entre los hayedos y bosque mixto, duros de andar hasta llegar a los llanos de sus cerros, pero una vez en ellos, unas vistas de cumbres espectaculares. Parar en la cumbre de Roncesvalles para luego bajar por Valcarlos, sin prisas claro. Al que le guste andar por el campo son lugares espectaculares, ¡también es para estar entrenado claro!
Este verano, aprovechando un compromiso que tenía en el sur de Francia, me acerqué por Pamplona hasta Saint Jean Pied de Port, donde pase dos días, no tuve excesivo buen tiempo, llovió un poco, pero ya sus bosques, el cuatro de agosto proporcionaban “Boletus”.
¡Quizás era algo pronto para la época! ¡Seguramente como en lagunilla con la cosecha de primeros de Septiembre!
Las lluvias es la clave para lo que antiguamente se llamaba la “Otoñá” ¿Si no llueve a su tiempo, puede ser que no cacemos más setas este año? O pocas.
Otro año será, mientras tanto disfrutas de esos esplendidos bosques del Norte, a otros nos queda estos menores, pero también entrañables.
Saludos
Este verano, aprovechando un compromiso que tenía en el sur de Francia, me acerqué por Pamplona hasta Saint Jean Pied de Port, donde pase dos días, no tuve excesivo buen tiempo, llovió un poco, pero ya sus bosques, el cuatro de agosto proporcionaban “Boletus”.
¡Quizás era algo pronto para la época! ¡Seguramente como en lagunilla con la cosecha de primeros de Septiembre!
Las lluvias es la clave para lo que antiguamente se llamaba la “Otoñá” ¿Si no llueve a su tiempo, puede ser que no cacemos más setas este año? O pocas.
Otro año será, mientras tanto disfrutas de esos esplendidos bosques del Norte, a otros nos queda estos menores, pero también entrañables.
Saludos
¡Lo qué me alegra que haya alguien capaz de reconocer lo que mis ojos vieron! Así es Manchega, tu ya lo has visto y sentido; las sensaciones que ciertos relieves naturales nos regalan suelen ser difíciles de explicar.
Ya llevamos más de dos meses que no vemos llover y eso, a las fechas que estamos, es muy preocupante. Por aquí, los seteros, ya han avisado en la prensa que es muy mal año; pero en la cafetería donde acostumbro tomar mi almuerzo he escuchado que algunos seteros madrugan mucho y, con nocturnidad, se hacen con amparo de linternas al monte en busca de setas. Estos gestos furtivos me sorprenden y me alertan, me dejan la sensación de que se las recogen todas. ¡Así cómo voy a encontrar yo nada!
Saludos
Ya llevamos más de dos meses que no vemos llover y eso, a las fechas que estamos, es muy preocupante. Por aquí, los seteros, ya han avisado en la prensa que es muy mal año; pero en la cafetería donde acostumbro tomar mi almuerzo he escuchado que algunos seteros madrugan mucho y, con nocturnidad, se hacen con amparo de linternas al monte en busca de setas. Estos gestos furtivos me sorprenden y me alertan, me dejan la sensación de que se las recogen todas. ¡Así cómo voy a encontrar yo nada!
Saludos