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LAGUNILLA: Numerosos eran quienes, incluso en el seno de la propia...

Numerosos eran quienes, incluso en el seno de la propia corporación, criticaban la "lengua oscura" de los alquimistas. Y lo que ellos mismos nos revelan sobre sus medios de expresión, no parece facilitar más las cosas: "Cuando hablábamos abiertamente, no decíamos (en realidada) nada. Pero cuando escribíamos en lenguaje cifrado y en imçagenes, ocultábamos la verdad." (Rosarium philosophorum, ed. Weineim, 1990)

Quien, sin tener en cuenta esta advertencia, penetra en este campo lingüistico, se encuentra bruscamente en un caótico sistema de referencias, en una red de pseudónimos cambiantes y símbolos de substancias arcanas que pueden en principio significar algo muy distinto y que no pueden desentrañar ni siquiera los léxicos especializados ni los modernos diccionarios de sinónimos. Semejante maraña de conceptos difusos lleva una y otra vez a adoptar medidas simplificadoras. En ese sentido conviene citar aquí los desvelos hermenéuticos y fecundos del psicoanalista suizo C. G. Jung, que redujo la figura hibrida de la alquimia únicamente a su aspecto interno, y que sólo aceptaba la obra química exterior como una proyección de procesos psíquicos manifiestos.
No obstante, los filósofos herméticos se expresan "más clara y libremente, con más rigor, mediante un discurso sin palabras o incluso sin discurso, o con imágenes de los misterios, que con las palabras, incluso en aquellos enigmas representados por figuras" (C. Horlacher, Kern und Stern..., Francfort, 1707). Con sus ideogramas pretenden, en opinión del adepto rosacruciano Michel Maier, "llegar al intelecto por los sentidos". En este contexto puede designarse la imaginería criptográfica de la alquimia por su motivo preferido, Hermafrodita, cruce del estímulo sensual (Afrodita) con la vindicación del espíritu (Hermes). Esta imaginería se endereza a la intuición, y no a las facultades discursivas, consideradas destructivas. " Lo que vive según la razón, vive contra el espíritu", escibe Paracelso.